El estrés psicológico activa el centro del miedo en el cerebro. Foto Cortesía

¿Cómo afecta el estrés a tu cerebro?

Date permiso de sentir dolor y alegría sin quedarte atado a un sentimiento negativo

Washington. – Es posible que al menos una vez al día sientas preocupación, estrés o ansiedad. Al menos 40 millones de personas en Estados Unidos padecen de un trastorno de ansiedad, según la Asociación de Ansiedad y Depresión de Estados Unidos (ADAA, por su sigla en inglés). No es algo aislado.

En la actualidad hay muchos detonantes. Puede presentarse en forma de estrés económico. La inflación en Estados Unidos se encuentra en su mayor nivel en 40 años. El Índice de Precios al Consumidor aumentó 9,1 por ciento con respecto al año anterior, y los mayores incrementos en precios se registraron en artículos tan básicos como alimentos, alquiler y gasolina, esto según datos emitidos por la Oficina de Estadísticas del Trabajo. Esta situación puede ocasionar sentimientos de vergüenza, enojo o miedo.

También, el hecho de estar al día con las noticias incesantes en tiempos de violencia por armas de fuego, guerra y división política puede ser abrumador, es comprensible sentirse triste, enojado y ansioso cada vez que se lee una nueva información sobre el mundo, el país o incluso la comunidad.

En fin, las razones son muchas y todas válidas, pero es importante saber qué hacer para que el estrés no controle la vida y sea el principal problema psicológico y emocional actual.

¿Qué le hace al cerebro?

Para sobrevivir, nuestros antepasados manejaban la respuesta de estrés como mecanismo para hacer frente a las amenazas ambientales. Así que en nuestra evolución existe el estrés como método de supervivencia. Pero las cosas han cambiado.

Cuando llega y nos sobrepasa aumenta la producción de cortisol. El cortisol es necesario para regular numerosas funciones en el organismo y en el cerebro, pero un incremento desproporcionado altera numerosos genes que afectan al sistema inmune y a procesos tan importantes como la neuroplasticidad, es decir, la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse a nuevas experiencias o desafíos.

El cerebro también manda señales al resto del organismo de la misma forma que si se tratara de una infección, aunque no exista. Los cambios en el cerebro pueden ser responsables de la aparición de trastorno de estrés postraumático, ansiedad y, sobre todo, depresión. La larga exposición al estrés modifica el comienzo y el curso de muchas enfermedades neurodegenerativas, entre ellas la enfermedad de Alzheimer.

En personas con corazones no tan saludables, el estrés mental sobrepasa al estrés físico como posible precipitante de infartos al miocardio fatales o no fatales, y de otros eventos cardiovasculares como presión arterial alta. Es importante darles nombre a los sentimientos, permitirse sentir las emociones para saber qué pasa con nuestro cuerpo y dar con la raíz del problema. Luego hay que pasar a tomar acciones, redefinir palabras y conceptos y, respetar los límites personales sin perder de vista el problema.

El ejercicio físico, una alimentación equilibrada, los apoyos sociales y la meditación son algunos ejemplos de estrategias que reducen sus efectos, pero la principal, si se siente que el estrés es más fuerte que otra cosa, es buscar ayuda profesional.

Por: Sara Pacheco