¿Por qué el Covid19 se roba el sentido del olfato?
Una nueva investigación podría aclarar este trastorno
La pérdida repentina del olfato y del sentido del gusto son quizá las dos particularidades del COVID-19 que han suscitado más interés. A 3 años de haberse declarado la pandemia, los científicos están enfilados a desentrañar los mecanismos biológicos que causan esta situación.
La falta del olfato se conoce como anosmia. Los pacientes con COVID-19 pierden este sentido incluso sin tener la nariz congestionada. Entre las consecuencias inmediatas más comunes están que la comida sepa a cartón y que el café tenga un aroma desagradable, y en ocasiones puede persistir después de que se hayan superado otros síntomas.
Una nueva investigación, publicada en la edición online de la revista Cell a principios de febrero, podría aclarar la manera en que el coronavirus afecta a otros tipos de neuronas, dando lugar a trastornos como la “niebla mental”, y tal vez ayude a explicar los mecanismos biológicos que subyacen al COVID-19 prolongado, es decir, los síntomas que persisten durante semanas o meses después del contagio inicial.
Este nuevo estudio, que es citado por un artículo publicado en el New York Times en su versión en español, se basa en investigaciones realizadas en el Instituto Zuckerman y el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia en Nueva York; la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York; la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí en Nueva York; Baylor Genetics en Houston; y la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Davis.
¿Qué es lo que ocurre?
Según el reportaje firmado, al parecer lo que ocurre es que las células infectadas se desprenden del virus y mueren, mientras que las células inmunitarias inundan la región para combatir el virus. La inflamación subsiguiente causa estragos en los receptores olfativos, que están situados en la superficie de las células nerviosas de la nariz que detectan y transmiten información sobre los olores.
El proceso anterior, altera la organización sofisticada de los genes en esas neuronas, provocándoles básicamente un “corto circuito”. Adicionalmente, las neuronas que detectan los olores carecen de los receptores que el coronavirus utiliza para entrar en las células, lo que ha provocado un amplio debate sobre si pueden infectarse, según informaron los investigadores.
La investigación nueva, junto con estudios anteriores, zanja el debate sobre si el coronavirus infecta las células nerviosas que detectan los olores. Sin embargo, los investigadores descubrieron que el virus sí ataca a otras células de sostén que recubren la cavidad nasal.
Para Sandeep Robert Datta, profesor adjunto de neurobiología en la Escuela de Medicina de Harvard, quien no participó en el estudio, “está claro que, indirectamente, si se afectan las células de sostén de la nariz, ocurren muchas cosas malas (…) La inflamación en las células adyacentes desencadena cambios en las neuronas sensoriales que impiden su funcionamiento correcto”.
Más hallazgos
Los científicos examinaron hámsteres dorados y muestras de tejido humano de 23 pacientes que fallecieron a causa del COVID-19. Después de infectar a los hámsteres con el coronavirus original, los científicos registraron el daño a sus sistemas olfativos a lo largo del tiempo, señala el artículo.
Los investigadores averiguaron que el virus no invadió las neuronas, sino solo las células que desempeñan funciones de apoyo en el sistema olfativo, pero fue suficiente para alterar la función de las neuronas cercanas, lo que provocó una pérdida de olfato.
La respuesta inmunitaria alteró la estructura de los genes en las neuronas, interrumpiendo la producción de receptores de olor, afirmó Marianna Zazhytska, becaria posdoctoral en el Instituto Zuckerman y una de las primeras autoras del artículo, junto con una estudiante de posgrado, Albana Kodra.
“No es el virus el que provoca toda esta reorganización, sino la respuesta inflamatoria sistémica. Las neuronas no albergan el virus, pero no hacen lo que hacían antes”, dijo Zazhytska. La capacidad de los receptores olfativos para enviar y recibir mensajes se altera, pero las neuronas no mueren, por lo que el sistema puede recuperarse una vez superada la enfermedad.